Arrastramos años de una historia de privatizaciones, sometimientos, de explotación y de mucho dolor.
Nosotros, los latinoamericanos, hemos sido usados como objeto de experimento y usufructo del modelo neoliberal que parte en Estados Unidos y negocia con Chile y el resto de Latinoamérica.
Nadie nos ha enseñado a amar la humanidad ni a entender que esto significa.
No se ha querido entender que las riquezas se pueden conseguir de otra manera creando un sistema social de bienestar y protección social justo y para todos.
Ahora fuera del país nos damos cuenta que el sistema de bienestar social si existe y que no hay necesidad de tener miedo o andar con miedos por las calles o en el trabajo.
Hemos nacido y crecido en una sociedad intimidada por la clase económica y hemos aceptado que el más rico nos dicte que debemos hacer, nos inventa enemigos, nos priva de la libertad y no se hace responsable de lo que ellos realmente han causado.
El vandalismo y la delincuencia está en los bolsillos de quienes han explotado nuestro país. La lacra de la sociedad la crea quien roba y explota.
Compartir las riquezas no cabe en las cabezas de los ricos de Latinoamérica. No entra en las cabezas entender que todos tenemos derecho a tener una vida digna y que si alguien no la tiene tendrá resentimientos, envidia, dolor y rabia.
Hemos aceptado ese juego, esas „normas“, la lógica del sometimiento y del sometedor como en las colonias o en África y otros países de Asia
No hemos creado políticas de respeto a los seres humanos, al trabajador, al estudiante , a las mujeres ni a los niños.
Hemos crecido en un país donde se da por lógico tener que privarse de libertad si algún gobierno lo dice. Hemos crecido en base al modelo del más poderoso y menos valioso pero nadie nos ha enseñado qué es realmente la dignidad.
Repetimos los comentarios y frases hechas agresivas, violentas, provocantes que decían los abuelos, nuestros padres o los viejos políticos y repetimos el modelo infantil, subdesarrollado de las últimas décadas o le damos la razón a quienes toman medidas irracionales y vergonzosas „de orden“ a fines del siglo 20.
El ego del chileno no atraviesa fronteras se sienta y se destruye a si mismo agrediendo a sus compatriotas como si fuera el otro el único en el mundo y además, se justifica.
Así no hay avances.
Hemos despertado con esta crisis y esperamos demandas y soluciones concretas.
Estamos agotados de tanta desigualdad y abuso. Los vídeos corren en la red y son la evidencia.
Duele y angustia. La sangre fluye y se llora a la distancia. Esto es inhumano y vergonzoso.
Esto no es más que la „crónica de una muerte anunciada“ del Chile de antes y hoy nos queda la incertidumbre del futuro si veremos nuevas luces de protección social y si podremos vivir y disfrutar de un Chile sano y para todos.
Curemos las heridas y avancemos por primera vez unidos.
Por el bien de nuestro pueblo y por el futuro de nuestros hijos.
[Escrito por Natalia Pérez González, consultora educacional chilena en Alemania]